
Soy Carlos Pastor Sempere, tengo 23 años y soy estudiante del 4º año del Grado de Derecho de la Universidad de Zaragoza. En la actualidad me encuentro haciendo el Prácticum en Juristas con Futuro con sede en Zaragoza, donde mis compañeros de trabajo en su mayoría son abogados y profesionales interesados en las nuevas tecnologías, al igual que yo. En las próximas líneas voy a contar qué fue y qué significó para mí el primer Legal Hackathon de España, al que tuve la suerte de asistir.
¡Nos vamos a Bilbao!
Un miércoles por la mañana y cuando realizaba las prácticas, mi tutor del Practicum, el abogado Ricardo Oliva León me informó que participaría como concursante en el primer Legal Hackathon de España y me preguntó si quería asistir a dicho evento -semi-jurídico y semi-tecnológico- a realizarse en Bilbao. Contesté que sí. Me alegró saber que otros miembros de nuestra organización, concretamente la abogada Sonsoles Valero Barceló y la profesora de español para extranjeros Beatriz Jiménez Hervías, vendrían también con nosotros al evento.
El viernes a las 16:30 nos encontrábamos en un autobús rumbo a Bilbao donde llegamos sobre las 21h. El día era lluvioso, pero nada podía opacar la belleza del norte de España ni mucho menos la ilusión que llevábamos dentro. Una vez en la estación de autobuses de Bilbao y tras localizar el albergue y dejar las maletas nos dirigimos de noche a explorar la ciudad. Poco llegamos a visitar, pues el hambre nos comía a todos: la mejor opción en ese momento era ir a cenar. Casualmente, tras haber ubicado un lugar de nuestro gusto para cenar, una breve y espontánea conversación por Twitter llevó a Jorge Morell a unirse a nuestra mesa a los pocos minutos de haber llegado al restaurante. Sonsoles y Ricardo habían compartido con Jorge antes de ese momento algunas conversaciones a través de las redes sociales pero aún no se conocían en persona, de forma que durante la cena se produjo la “desvirtualización” de la relación. Todos pasamos un magnífico momento.
La conversación post-cena se alargó hasta la una de la madrugada, y hubiera seguido de no ser porque pocas horas después comenzaba el gran evento al que todos ansiosamente esperábamos asistir. Antes de acostarme investigué un poco más sobre el evento por Internet. La información era genérica y la web oficial del evento poco clara e escasamente intuitiva; la única información segura que teníamos era que el evento comenzaba a las 9:30 de acuerdo con el programa que había colgado en la web oficial del Legal Hackathon y la composición de los equipos. Quise saber quiénes eran los concursantes del evento y descubrí por Internet, antes de acostarme, que varios profesionales de los diferentes equipos eran expertos reconocidos en sus respectivas áreas (por citar algunos nombres de los juristas digitales participantes: Jorge Morell Ramos, María Jesús González-Espejo conocida como Chusa, Jesús Acevedo y el propio Ricardo Oliva León): la competición sería reñida, estaba claro.
A la mañana siguiente nos dirigimos a la Universidad de Deusto, lugar de celebración del evento. Puedo decir que esta es una de las universidades más bonitas que he visto, un centro de estudio declarado Monumento Histórico en el 2002, compuesto por distintos edificios enlazados de estilo clasicista, localizados junto a la Ría de Bilbao, en frente del museo Guggenheim. Un edificio muy imponente a primera vista, algo maltratado por el tiempo en su interior, y con una impresionante cantidad de luz natural a pesar del día apagado en el que se celebró. El evento se desarrolló en uno de los claustros de la Facultad de Derecho de la Universidad, un lugar idóneo por su belleza natural, su espacio abierto y la cantidad de luz natural que entraba a través de su techo translucido.
Derecho al futuro: El Legal Hackathon
Cuando llegamos a la sede del evento una de las primeras personas a las que tuve el placer de conocer fue a Ignacio Rodríguez Tucho, uno de los organizadores del evento que había tenido contacto previo por teléfono con Ricardo, y fue quien nos invitó a asistir. Fueron seis equipos los que concursaban en el primer Legal Hackathon de España, cada uno compuesto por cuatro miembros (un desarrollador, un diseñador, un profesional del marketing y un jurista). Mientras dejábamos que Ricardo se sumergiera en su equipo, el nº 2, los tres compañeros de Zaragoza echamos un vistazo al resto de los participantes: me sorprendió inmensamente ver que había gente más joven que yo participando en los equipos; sin ir más lejos, en el equipo nº 2 habían dos jóvenes de 19 y 20 años, Mariano Loriente y Pablo Alonso, respectivamente (que me perdonen si confundo sus edades). ¿Quién en su sano juicio se presenta a un concurso nacional de programadores y juristas con 20 años de edad? Rondó en mi cabeza. Esta pregunta se respondería más tarde. Pero no eran los únicos jóvenes que se presentaban, al poco tiempo de estar rondando las mesas de trabajo se acerca una chica joven de mi edad que me preguntó un poco asustada:
– Perdona, ¿tú también eres estudiante de derecho de último curso?
– Sí, pero no participo en el concurso, solo soy asistente – le respondo – ¿Por qué lo preguntas?
– Es que resulta que soy la única jurista de mi equipo y no sé bien por dónde empezar.
Yo tampoco hubiera sabido por donde coger un proyecto como el que debían desarrollar los concursantes teniendo los conocimientos de un estudiante de 4º año del Grado de Derecho, sobre todo cuando en ningún momento se daba una indicación de los documentos legales que se debían redactar. Luego aprendí que se debía montar la empresa, redactar los acuerdos de socios, los estatutos sociales, registrar las marcas, redactar la política de privacidad sobre la aplicación, el aviso legal, etc.; tarea difícil para un estudiante que apenas ha salido de la Facultad (donde la enseñanza suele ser muy teórica), salvo que seas un emprendedor nato o un estudiante excepcional. No me incluyo entre ellos, y al parecer aquella chica, a la que no llegué a conocer más allá de esta conversación tampoco lo era.

Sobre las 10:30 comenzaron las charlas que los expertos ofrecieron a aquellos que no participamos en el concurso; la primera de ellas fue sobre los tipos de abogados que se puede ser: se puso en contraposición el abogado clásico, litigante en esencia, que soluciona problemas en juicio (el abogado antibiótico) y al abogado previsor, el abogado de empresa, que previene los problemas para evitar llegar a juicio o que busca la conciliación para evitar el pleito (el abogado vitamina). La explicación se derivó rápidamente a los tipos de empresarios y empresas que se pueden crear en un concepto más general y amplio que el estrictamente legal. Carlos Polo Gil, el primer ponente de esta charla se lució con su explicación sobre trabajar en lo desconocido y con su clasificación de los empresarios. Una charla realmente interesante y que dejaba entrever las intenciones y el tono de las charlas que se sucederían en el Legal Hackathon. El ambiente era perfecto, tranquilo, atento, la gente escasa, una pena, pues más gente podría haber disfrutado del ambiente tan sano, emprendedor, interesante y amigable que se respiraba.
Cuando uno piensa en un evento tematizado en el Derecho, inevitablemente piensa en un tono serio, formal, estricto, incluso académico, algo regio y aburrido incluso; nada que ver con lo que allí sucedió. Uno de los ejemplos fue cuando tras la primera exposición de Carlos Polo, Xabi Álvarez se lanzó a la piscina y haciendo oídos sordos al programa planteado propuso a un miembro del público, gran amigo suyo, que subiera al estrado para mantener aquella conversación de después de comer que siempre habían querido tener y nunca habían tenido. Luis Gosalbez sin pensarlo dos veces, y encantado con la invitación se unió a la ponencia sentándose en la mesa al lado de su compañero Xabi.
Como quien oye un programa de radio en directo, todos los asistentes nos quedamos enmudecidos disfrutando de la conversación que entre ellos mantenían, con la participación espontánea de alguno de los asistentes. No puedo esperar a que se publiquen en internet los videos de las ponencias para poder oírlos de nuevo. Tan bueno era el ambiente y tan agradable e interesante la conversación que, sin darnos cuenta, nos comimos casi todo el tiempo de la ponencia que venía a continuación, lo que provocó que todo el evento fuera retrasado durante el resto de la jornada.
La siguiente exposición, realizada por representantes de Erle Robotics trataba de la necesidad de legislar urgentemente sobre los drones o vehículos no tripulados, aunque tras la exposición, el debate que se abrió con los asistentes dejo claro que lo que se necesita no es tanto una legislación, que ya existe, pero que es vaga, obsoleta y excesivamente restrictiva, sino la falta de ella. En efecto, lo que se reclamaba entre los asistentes era que el legislador dejara de ser tan “histérico” y que no se “obsesionara” por legislar sobre todo “lo nuevo” dado que la materia podía ser cubierta en gran medida por la reinterpretación de preceptos ya existentes en el ordenamiento. A continuación se dio una charla sobre los nuevos medios para comercializar la música, la exposición fue a cargo de Alvaro Diez, productor musical y la abogada Maitane Valdecantos.
Las charlas sobre nuevas tecnologías se sucedieron a lo largo de todo el evento, de acuerdo con el programa oficial, tras los drones llegaba el turno de los videojuegos, un tema que a mí me suscita especial interés por querer dedicarme al sector. Eneko Delgado inició la charla junto con Jon Iñaki Martínez, CTO y co-fundador de Pulsar Concept, empresa de programación de videojuegos en Vizcaya saltándose los estándares convencionales de la charla. Una charla interesante digna de recordar.
Todos los ponentes estuvieron sublimes, algunos destacaron más que otros por su excentricidad, pero siempre en el buen sentido. Fue una jornada repleta de información y de intención de romper el esquema tradicional del abogado, dando a entender que la innovación es necesaria incluso para una profesión tan ancestral como es la de un abogado; una frase que caló hondo en una de estas charlas fue que el abogado debe reinventarse, innovar, o morir en la lucha por el precio más bajo. La competitividad en el mercado actual no se mide únicamente por el precio más bajo sino especialmente por la atención particularizada, la respuesta especializada, la velocidad de esa respuesta, y por la facilidad de comprensión del Derecho y del lenguaje jurídico por parte de aquellos que no están familiarizados con él pues en ocasiones surgen litigios donde un programador o un ingeniero no se entienden con el abogado y viceversa. A fin de resolver todos estos problemas en el sector legal se ideó el Legal Hackathon para promover la innovación jurídica y la multidisciplinalidad del Derecho.
La hora del concurso y de los concursantes
Tras todas las sesiones y una tarde de comer y relacionarnos con los nuevos compañeros de profesión conocidos llegaba el momento de ver los resultados de aquellos que llevaban casi 10 horas trabajando en una aplicación para facilitar el trabajo de los juristas. Eran pasadas las 7 de la tarde, llegaba el momento de conocer las propuestas de cada uno de los grupos de trabajo. He de admitir que debido al cansancio de dormir pocas horas el día anterior, el viaje en autobús, la mañana completa de charlas, etc. no estaba en las mejores condiciones para prestar atención a las presentaciones de los grupos, de modo que para que os podáis hacer una mejor idea de las propuestas que se presentaron, aquí la crónica oficial del Legal Hackathon de Bilbao. Confieso que, además, en ese momento estaba especialmente interesado en conocer un poco más en profundidad a los compañeros de equipo de Ricardo. Quería comprender como dos jóvenes de esas edades se presentaban a un concurso nacional de este calibre. En una simple respuesta desvelaron mis dudas y despertaron mi interés: “Ya lo hemos hecho antes”.
En efecto, estos dos jóvenes estudiantes de programación de una universidad de Madrid ya habían participado en un Hackathon con anterioridad y sabían cómo funcionaba el asunto. Al parecer les llamó la atención que esta convocatoria juntara a informáticos y juristas para desarrollar una aplicación web y decidieron apuntarse junto con otros dos compañeros que fueron colocados en otros equipos.
La conversación trascendía equipos y miembros de la organización del evento, así como ponentes de las charlas y sus asistentes, todo el mundo se presentaba y compartía opiniones sobre el evento o sobre su vida profesional. Habíamos creado una gran familia, los asistentes al primer Legal Hackathon de España (y probablemente de Europa, aunque algunos no lo puedan ver así).
Los premios a entregar eran tres. Cada patrocinador había planteado un reto a solucionar por los participantes, pero dado que el reto que propuso el tercer patrocinador no había sido aceptado por ninguno de los participantes el premio quedó sin entregar; en su lugar el representante de Terminis repartió un año de uso gratuito de la plataforma a todos los participantes en el concurso. El segundo premio consistía en un cheque de 1.000 € entregado por Xabi Álvarez en representación de Lawesome al mejor diseño de aplicación web. Dicho premio lo ganó el grupo 1, compuesto por Jesús Acevedo, Unai Mieza, Sergio Pantoja, y Ioritz Larrabeiti con su propuesta de “Lawmates” para dispositivos móviles.
Ricardo, Pablo, Mariano y Gabriela, miembros del equipo que hizo la mejor App legal del concurso.
Y el primer premio que consistió en un cheque de 1.200€ otorgado por Wolters Kluwer a la mejor aplicación legal del concurso lo ganó el equipó 2 integrado por Ricardo Oliva, Pablo Alonso, Mariano Loriente y Gabriela Romero con su aplicación dirigida a ayudar a los abogados a ser más productivos llamada “Mesures for Jurists” (después intentaron comercializarla para lo cual la bautizaron como «M3trify«).
¿Con qué me quedo de esta experiencia?
Me parece necesario destacar que la parte de los premios fue la menos importante del evento, no porque no lo fuera, sino porque considero que fue la menos valor tuvo para mi experiencia personal; conocí tanta gente interesante, tantos expertos sobre la materia e hice tantos nuevos contactos y amigos en ese día que realmente lo que menos relevancia tiene para mi es que se tratara de un concurso. El primer Legal Hackathon ha sido para mí una gran experiencia, una forma de abrirme los ojos. En las Facultades de Derecho lo que se enseña es esencialmente de carácter teórico como si de un laboratorio se tratara sin que nunca llegues a concebir una consecuencia real al trabajo que desempeñas. Esto es una opinión estrictamente personal, por lo que es posible que otros estudiantes o incluso compañeros míos de carrera no la compartan (claro está que cada universidad no es la misma), pero para mí, asistir al primer Legal Hackathon ha sido como sacar la cabeza del agua. Me confieso un “freak” de las tecnologías, y creía que esa faceta de mi personalidad no tenía cabida en el mundo del Derecho; este evento me ha demostrado cuan equivocado estaba, y que de hecho los “frikis” de la tecnología somos el futuro de la profesión.
Muchas gracias a Ricardo Oliva por motivarme a que asistiera al evento y a Ignacio Rodríguez por invitarnos a ir, así como a todos los organizadores y patrocinadores que hicieron posible el evento. No me olvido de agradecer a todos los asistentes y a aquellos compañeros a los que conocí allí aunque no los haya mencionado expresamente en este artículo. Muchas gracias a todos.
Firma un estudiante motivado y renovado:
Carlos Pastor Sempere

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Carlos Pastor Sempere. Mi crónica del primer Legal Hackathon de España [online]. Juristas con Futuro. 27/05/2015. https://www.juristasconfuturo.com/innovacion/hackathones-legales/mi-cronica-del-primer-legal-hackathon-de-espana/. Consulta: [indicar la fecha en que has consultado el artículo]