
“Cuando llega el tiempo en que se podría, ha pasado el tiempo en que se pudo»
— Marie von Ebner-Eschenbach
Todo llega, todo pasa y todo cambia
Hace diez años obtuve la licenciatura de Derecho en España y hace dieciséis, el título equivalente en Perú. Formado como jurista dentro de la tradición jurídica continental europea o sistema romano-germano-francés ahora soy abogado colegiado ejerciente en ambos países. El mundo ha cambiado mucho desde que concluí mi primera formación universitaria. Sin embargo, la preparación para afrontar con solvencia los retos profesionales del futuro legal que se ofrece a los estudiantes de las Facultades de Derecho en muchas universidades españolas y latinoamericanas, parece no haber cambiado tanto.
Panos Panay, responsable del lanzamiento del Instituto de Emprendimiento e Innovación del Berklee College of Music, en una entrevista que le hizo el diario El Mundo en enero de este año afirmó algo que me llamó la atención: “la universidad, muchas veces, es lo contrario a una organización innovadora porque es segura y uniforme, y todo lo que rodea la vida en el campus está basado en la seguridad”. Mi propia experiencia como profesor de Derecho durante más de 5 años en la universidad española y lo aprendido en las conversaciones mantenidas con alumnos, jóvenes juristas y compañeros abogados españoles y latinoamericanos, me lleva a pensar que Panay sabe muy bien de lo que habla. Añadiría como problema adicional la masificación de las universidades que limita el desarrollo del talento hacia su máxima expresión.
La globalización social y económica, la introducción de las nuevas tecnologías y la complejidad in crescendo del Derecho agitan el cambio y obligan a reformular los paradigmas de enseñanza decimonónicos defendidos por la clásica universidad. Al respecto, me remito a lo dicho en una entrevista de Radio Nacional de España por Javier Carrascosa González, catedrático de Derecho Internacional Privado de la Universidad de Murcia, acerca de cómo debería enseñarse el Derecho en la universidad española del siglo XXI.
La tecnología y el jurista del futuro
Los fenómenos sociales, económicos y tecnológicos que transforman el mundo suelen producirse con anterioridad a las reformas legales. Los cambios normativos surgen, precisamente, para dar respuesta a tales fenómenos y desembocan en nuevas regulaciones legales que sustituyen a las anteriores. Durante dicho proceso el legislador sopesa entre sacrificar o proteger determinados intereses colectivos, y entre incentivar la realización de conductas consideradas como beneficiosas o desalentar (prohibir) las consideradas perjudiciales. Si al jurista -a diferencia de los científicos o de los visionarios economistas- le cuesta anticiparse a las transformaciones del mundo, sí que debería ser capaz de reaccionar rápidamente cuando dichas transformaciones ocurran.
Dentro del conjunto de fenómenos que transforman nuestras vidas, los avances tecnológicos merecen una mención especial debido a la enorme repercusión que causan hoy en día -y seguirán causando- en el campo de las ciencias jurídicas. El Derecho se está digitalizando y las tecnologías de la información (TIC) van adquiriendo primordial relevancia en el trabajo del abogado, en particular, y del profesional jurídico, en general. Los nuevos juristas -los juristas del futuro- serán ciberabogados: vivirán en un mundo digitalizado y utilizarán las nuevas tecnologías en su actividad profesional. La informática debería ser hoy en día una asignatura obligatoria en su formación por lo que propongo que las universidades empiecen a ofrecer la Doble Titulación «Derecho e Ingeniería Informática» con el fin de allanarles el camino que les espera.
Son ya, más o menos, conocidas las bondades que trae consigo el uso de las TIC en el trabajo del profesional del Derecho. A continuación, menciono algunas de las más relevantes:
- Gracias a Google y otros buscadores el acceso a las fuentes bibliográficas se ha vuelto más sencillo y casi instantáneo: mucha información jurídica se encuentra a disposición de todos en la red de un modo gratuito e inmediato.
- Internet ha abierto a los abogados un nuevo canal para captar clientes y realizar acciones de fidelización: a pesar de que las leyes sigan siendo locales la comunicación entre profesionales y usuarios, a través del ciberespacio, se ha tornado transfronteriza.
- La creación de aplicaciones informáticas y software de gestión de despachos que facilitan el manejo de datos (básicamente documentos, proyectos y clientes) y ayudan a reducir los costes relacionados con la organización, la productividad y la seguridad.
- La simplificación del acceso a soluciones legales y la introducción de la economía colaborativa en el Derecho.
- La redacción de contratos sencillos, la identificación de evidencias probatorias en documentos y la automatización de procesos. Si introduces en este «calculador» (creado por la National Public Radio y basado en un estudio de la Universidad de Oxford) la profesión «Legal» encontrarás el porcentaje de automatización y, por tanto, de sustituibilidad por robots, de los trabajos realizados por los siguientes profesionales jurídicos: «Paralegals y Legal Assistans» (94.5%), «Court Reporters» (50,2%), «Judicial Law Clerks» (40,9%), «Judges» (40,1%), «Lawyers» (3,5%). ¿Estás de acuerdo?
- La predicción de las decisiones judiciales gracias a la utilización de tecnología cognitiva y predictiva en el Derecho, donde robots como Watson (el sistema de inteligencia artificial desarrollado por IBM) se convertirán en instrumentos de valiosa ayuda para el profesional jurídico. Para comprender mejor el impacto que tendrá Watson en el sector legal les recomiendo leer The future of justice is Watson y Watson and the future of the judicial system.

Nuevos retos y tendencias en la abogacía
Al lado de la tecnología han surgido otras tendencias que provocarán severas transformaciones en la práctica del Derecho. Todo jurista debería conocer esas tendencias. Una de ellas es el reto de dar más por menos, es decir, algo que llamaría relacionarse de un modo “win to WIN”: si ganan mis clientes el doble no significa que yo pierda la mitad, puesto que yo aquí también gano. Esta nueva lógica de los negocios puede explicar el hecho que la facturación a precio cerrado -donde la firma asume el riesgo de sobrecoste, como bien explican los especialistas– se haya convertido en la opción preferida por los clientes, hoy en día, en desmedro de la tradicional facturación por horas. Por ello, el Project Management parece que se convertirá en el Santo Grial de las firmas de abogados y la brújula que las conducirá hacia la productividad.
Otra tendencia en el mundo del Derecho será la liberalización del mercado legal. La orientación de los abogados será cada vez más global por lo que la competencia vendrá de diferentes partes: el cliente tendrá el privilegio de poder escoger más ofertas de servicios jurídicos y se quedará con la que incorpore la mejor propuesta de valor o el mayor valor añadido. Esta oferta de servicios jurídicos ya no solo provendrá de nuestra ciudad sino que podrá venir, gracias a Internet y otros canales, de cualquier parte del mundo. Un abogado inglés puede abrir oficinas en España y asesorar en Derecho inglés y Derecho español en Jerez de la Frontera, si está capacitado y habilitado para ello, lo mismo que un letrado español o una firma de abogados española puede hacer lo propio en la City. Pero además un ciberabogado podrá atenderte desde cualquier parte del mundo sin necesidad de contacto físico-presencial el cual será reemplazado por medios electrónicos. Se sobreentiende que el letrado que no pueda comunicarse en otro idioma distinto del suyo terminará disfrutando un pedazo más pequeño de la tarta.
Será una tendencia también la simplificación del lenguaje jurídico. La natural información privilegiada que maneja una de las partes y la asimetría de información que existe entre el abogado y su cliente se verá reducida gracias a una mayor empatía hacia éste por parte de aquél. Si bien el Derecho (y, por ende, el lenguaje jurídico) se hará más complicado cada vez, parece que al profesional jurídico no le quedará más remedio que hacer un sobreesfuerzo para hacerse comprender por su cliente, para comunicar con transparencia y transmitir con claridad el contenido de sus mensajes, ya que si no lo hace habrá alguien que podrá hacerlo por él (o ella).
En el LawTech Europe Congress realizado en Bruselas en octubre de este año se habló de nuevos retos en la abogacía siendo uno de ellos la comprensión de ciertos tópicos de estudio que tendrán un impacto en la regulación del Derecho del futuro y que serán objeto de análisis los próximos años, tales como la inteligencia artificial y la transferencia internacional de datos personales (Safe Harbour) y el Compliance. Algunos de estos temas del conocimiento digital empiezan ya a ser incorporados en los planes de estudios de programas universitarios de grado y postgrado que se ofrecen actualmente.

El mercado de trabajo para los juristas del futuro
En España cada año se gradúan 214.000 personas, pero sólo entran al mercado laboral el 68%, es decir, 67.000 españoles se quedan sin entrar. ¿Por qué hay demasiados titulados desempleados en España? O se está preparando más profesionales de los que la sociedad necesita, o las titulaciones que se ofrecen en la universidad no son las que demanda el mercado, o el nivel de preparación con el que terminan los titulados está por debajo de lo que requieren las empresas. No tengo una respuesta definitiva, pero está claro que algo no anda bien.
En cuanto a la carrera de Derecho ¿hay demanda laboral en España para tantos abogados? Las estadísticas indican que no parece que se necesiten muchos más letrados ejercientes de los que ya hay, no obstante lo cual las Facultades de Derecho siguen graduando año tras año cientos de alumnos. En los Estados Unidos han habido reacciones al respecto: hace dos años un grupo de graduados en Derecho demandó a sus universidades por no encontrar trabajo, alegando que se les había creado falsas expectativas laborales con datos engañosos. ¿Podría suceder algo parecido aquí? Al respecto, merece la pena leer la nota que El Confidencial publicó ayer sobre el próximo libro de Daniel Lacalle, Acabemos con el paro.
En mi opinión, en el campo de las ciencias jurídicas, la universidad debería centrar sus esfuerzos en formar juristas creativos, críticos, honestos, especializados, globales y tecnológicos. Y los nuevos profesionales jurídicos deberían poder insertarse en el mercado de trabajo rápidamente. Esta afirmación, con la que todos probablemente estaremos de acuerdo, contrasta con la cruda realidad que muestra una baja tasa de empleabilidad de los más jóvenes. ¿Qué están haciendo las Universidades y los Colegios Profesionales, al respecto?
Los abogados somos necesarios para la sociedad (lo que explica su positiva consideración social ratificada en el Informe de Metroscopia de noviembre de 2015 elaborado para el Consejo General de la Abogacía Española) ya que desempeñamos un papel relevante en configuración del sistema normativo nacional en la medida que colaboramos con la formación de la jurisprudencia por parte de los Tribunales de Justicia cuando defendemos el Estado de Derecho, la seguridad jurídica y los derechos fundamentales de nuestros clientes. Pero además los abogados podemos ayudar a prevenir conflictos y, gracias a ello, reducir la tensión social derivada de los pleitos. En cualquier caso, mientras estén en juego la libertad personal, el patrimonio y la reputación de las personas, los abogados seremos convocados.
Conclusión
Google y Watson poseen las habilidades del abogado del futuro, es decir, las aptitudes de ese jurista tecnológico y global que domina las herramientas del project managment, que se expresa con claridad, y que acierta en sus análisis y predicciones legales. Sin embargo, el futuro digital inmediato lo guiará –todavía- la mano humana. Google y Watson (o las herramientas tecnológicas que las mejoren y se inventen después) se convertirán en instrumentos indispensables del trabajo cotidiano del profesional jurídico, por lo que en mi concepto serán el alter ego del jurista del futuro. Me parece difícil que en el corto plazo las máquinas puedan sustituir totalmente a las soluciones creativas que los seres humanos, los juristas de carne y hueso, siempre podrán inventar.
«Si tú sabes lo que vales, anda, ve y consigue lo que mereces»

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Ricardo Oliva León. ¿Serán Google y Watson los abogados del futuro? [online]. Juristas con Futuro. 23/11/2015. https://www.juristasconfuturo.com/columna-del-director/seran-google-y-watson-los-juristas-del-futuro/. Consulta: [indicar la fecha en que has consultado el artículo]
Coincido con vosotros en que internet abre muchísimas puertas a jóvenes (y no tan jóvenes) que buscan abrir sus despachos y diferenciarse del resto pero difiero un poco en cuanto creo que se está creando también una cierta «burbuja» de expectativas referentes a internet como herramienta de trabajo. Eso ocurre en vuestro sector, en el nuestro de detectives y en muchos otros.
Internet es una herramienta de comunicación, y comunicar no es por sí bueno o malo, por lo que los resultados dependerán del acierto en tu mensaje y en saber hacerlo llegar a tu público objetivo.
Por otra parte hay aspectos en los que la comunicación a través de la red falla. Sigue habiendo asuntos que solo se pueden arreglar «cara a cara». Por ejemplo, pese a lo que se siga de la administración electrónica, hay cosas que solo arreglas si estás físicamente allí y miras a los ojos al funcionario. Es triste, pero es así.
Los medios digitales aprueban con nota en cuanto a captación de clientes potenciales, pero aun les queda mucho para poder solventar algunos problemas sin presencia física en el lugar.
PD: Enhorabuena por la web, será interesante seguiros.
Gracias por tu comentario Omnia Veritas.
Estoy de acuerdo en lo que señalas acerca de que Internet es una herramienta de comunicación y un canal de ventas más. Pero creo que Internet es más que eso, como sucede con los llamados bienes «digitales» que, en sí mismos, son inmateriales y que no se pueden ofrecer y vender sino es a través de Internet, como por ejemplo con los servicios que ofrecen Paypal y otras plataformas de pago virtual, los servicios de alojamiento en la nube (Google Drive o Dropbox, etc.), videojuegos como Zynga, las redes sociales (Facebook, LinkedIn, etc,), Twitter, la criptomoneda (bitcoins), los eBooks, eMusic, etc.
Reconozco que hay servicios y productos que son muy difíciles de «digitalizar» debido a que la interacción física y el contacto personal resultan necesarios. En Derecho, por ejemplo, el trabajo de un abogado negociador será difícil de reemplazarlo por un robot o software. Sin embargo, el trabajo de un juez -como muestra el calculador creado por la National Public Radio mencionado en mi artículo- ofrece un mayor grado de reemplazabilidad por las máquinas.
Creo que el reto está en saber «digitalizar» tu producto o servicio y tener la habilidad para convencer al cliente de que le ofreces una gran «propuesta de valor» (es decir, que le ayudas a resolver un problema, que le ofreces novedad, personalización, buen diseño, buen precio, le reduces costes y riesgos, eres accesible, tu producto es conveniente y usable, etc.).
Pienso que Internet no lo estamos usando aún como se debe. Se le puede explotar más. Pero lo cierto es que si nuestro producto o servicio es malo, por más que estemos bien posicionados en Internet gracias al posicionamiento de pago (SEM) poco venderemos a largo plazo.
Un abrazo.
Ricardo
Gracias por el artículo